No hay nada que nos desanime más con nuestros propósitos, que establecer metas que no podemos alcanzar. Todos tenemos restricciones en nuestra vida para conseguir nuestros objetivos, como lo son el tiempo, la capacidad financiera, un conocimiento especifico, etc. que debemos identificar en que forma puede afectar nuestro objetivo y hacerlo poco realista.
Por ejemplo, establecer mal el tiempo para conseguir algo, puede volver un propósito inalcanzable. Si nuestra meta es correr en la maratón de la próxima semana y terminar la carrera, pero nunca hacemos ejercicio, no estamos estableciendo una meta, sino esperando un milagro! Lo único que conseguiríamos con eso es sentirnos muy frustrados. Ese son el tipo de metas que se vuelven inalcanzables porque le establecemos mal el tiempo para conseguirla, no porque sea algo imposible que no podamos hacer. Para hacer esa meta alcanzable, podríamos proponernos correr en la maratón dentro de un año y trabajar todo este tiempo para lograr el acondicionamiento físico que necesitamos. Recuerda que en la vida tenemos procesos, tu no siembras una semilla y en unas horas tienes un árbol.
No contar con nuestra capacidad financiera, también puede volver un propósito inalcanzable. Si queremos por ejemplo viajar a conocer 10 países diferentes este año, pero estamos esperando ganarnos la lotería para hacerlo, posiblemente los terminamos conociendo por televisión únicamente. De pronto con nuestra capacidad financiera podamos conocer solo tres este año y sea algo más realista, que podamos cumplir, o tendríamos que replantear otras actividades que también queríamos realizar y solo enfocarnos en esta. Contar con nuestras restricciones nos ayuda a ser más estratégicos al momento de establecernos metas y ser más realistas.